Adèle Castillon regresa con “Crèvecoeur”, un nuevo capítulo en su carrera que consolida su identidad como solista tras su paso por Videoclub. Con doce canciones que exploran las complejidades de la juventud, el amor propio y la nostalgia, la cantante francesa nos entrega un trabajo que equilibra lo introspectivo con lo bailable, manteniendo su característica estética pop.
Desde la portada del álbum, que hace referencia al meme “little girlflamme”, hasta la dirección sonora más urbana y contemporánea, “Crèvecoeur” se siente como un reflejo de la generación actual. A diferencia de “Plaisir Risque Dépendance” (2023), que estaba impregnado de desilusiones y autodescubrimiento, este nuevo trabajo transmite un aire de afirmación personal y renovación.
El álbum comienza con la canción homónima del álbum “Crève-coeur” con un beat eléctrico e hipnótico. Líricamente es una expresión de apoyo incondicional y consuelo para alguien que se siente frágil, abrumado o emocionalmente herido.
“lèche_vitrine_demo1” aparece como la canción con el ritmo más bailable y pegajoso del disco, y refleja una crítica sarcástica o mordaz sobre un estilo de vida vacío, hedonista y autodestructivo. Usa imágenes de consumo de drogas (“cocaïne”, “mescaline”), superficialidad (“lèche-vitrine”, que se traduce como “mirar escaparates”) y relaciones disfuncionales o interesadas (“ta pauvre copine, vieille limousine”).
“Crèvecoeur” también es un material lleno de colaboraciones, lo que le da diferentes estilos musicales en cada canción según el colaborador. Se destacan “Ce Soir” con Gonzo, una sencillo con trap y el contraste de voces entre ambos cantantes; “It Might Never End” con Declan McKenna una balada con un piano resonante en inglés y francés, hasta “21 gramms” que con lyrics en español y francés comparte con pablopablo con un sonido esperanzados y una letra de ruptura.
La narrativa de “Crèvecoeur” no gira exclusivamente en torno a su ruptura con Matthieu Reynaud (excompañero de Videoclub), pero es imposible no leer entre líneas algunas referencias a su pasado sentimental. Este enfoque ha sido recibido de distintas maneras: algunos lo ven como una forma de catarsis necesaria, mientras que otros esperaban una mayor profundidad emocional en las letras. Sin embargo, la mayoría coincide en que Adèle brilla por su carisma y su habilidad para conectar con su audiencia.
En general, “Crèvecoeur” es un disco que demuestra el crecimiento de Adèle Castillon como artista. Su voz sigue siendo hipnotizante, sus canciones son pegajosas y su estilo visual se mantiene fresco y relevante. Aunque algunos tracks puedan parecer repetitivos, es una propuesta musical que funciona bien en conjunto.