El pasado sábado, Café Tacvba celebró su 35° aniversario con un concierto inolvidable en el Estadio GNP de la Ciudad de México. Frente a 65 mil emocionados asistentes, Rubén Albarrán, Emmanuel del Real, Joselo Rangel y Quique Rangel demostraron que las décadas no han hecho más que afianzar su lugar como una de las bandas más emblemáticas de México.
Desde el inicio, el espectáculo transportó a los asistentes a través del tiempo. La noche arrancó con una vibrante introducción de bailarines vestidos como catrines y catrinas, cuyas coreografías de zapateado dieron la bienvenida a los Tacvbos. Rubén Albarrán, siempre carismático, apareció con un atuendo blanco que evocaba los inicios de la banda, y los primeros acordes de “María” marcaron el inicio de un viaje lleno de nostalgia.
La escenografía fue tan dinámica como el setlist: una pasarela cruzaba el área general, conectando a los músicos con su público, mientras pantallas estratégicamente ubicadas permitían una experiencia inmersiva. Temas como “Rarotonga”, “Las batallas” y “Cómo te extraño mi amor” desataron la emoción de los fans, quienes no dejaron de corear y aplaudir durante todo el concierto.
Uno de los momentos más emotivos llegó con la participación especial de Gustavo Santaolalla, productor e ícono de la música, quien se unió a la banda para interpretar “Olita del altamar”. Más tarde, Rubén Albarrán, en su característico estilo teatral, ofreció actuaciones memorables con sus cambios de vestuario que iban desde trajes tradicionales hasta atuendos extravagantes como su sombrero bombín y el sombrero de “El aparato”.
El clímax de la noche incluyó clásicos inolvidables como “Las flores”, “Chilanga banda” y “Déjate caer”, donde la coreografía conjunta de la banda arrancó ovaciones. Pero fue “La ingrata” la que robó el show, reinterpretada para destacar el mensaje contra la violencia, y cantada por el público a todo pulmón. La noche cerró con “Eres” y “El baile y el salón”, dejando a los asistentes con el corazón lleno y una sonrisa en el rostro.
Café Tacvba no solo entregó un espectáculo impecable, sino que demostró por qué han sido el sonido de generaciones. La creatividad, energía y conexión que transmiten siguen siendo su mejor carta. Este concierto fue mucho más que una celebración: fue un recordatorio del legado que los Tacvbos han construido en 35 años de historia.