El show fue completamente grabado
Aurora, la joven cantante que ha conquistado al mundo con su música, regresó a México, país con el que ha forjado una relación muy cercana. Uno de los aspectos que más la caracteriza es la intimidad que comparte con sus fans. Y qué mejor ocasión para este encuentro que la celebración del Día de Muertos, una tradición tan emblemática de nuestra cultura, de la cual Aurora ha expresado su admiración.
A lo largo de su trayectoria, Aurora ha visitado México en diversas ocasiones, desde su primer concierto en el extinto Plaza Condesa hasta su participación en el Festival Corona Capital. En esta ocasión, se coronó como la princesa mística y encantadora que es, presentándose ante más de 18,000 personas, el espectáculo más grande de su carrera hasta la fecha.
Después de los shows en Monterrey y Guadalajara, llegó el turno de la Ciudad de México, donde el icónico Palacio de los Deportes fue el escenario ideal. Desde temprano, jóvenes seguidores de la artista noruega se dieron cita para asegurar el mejor lugar. Tras una larga espera y un anuncio en las pantallas que informaba que el show sería grabado para un próximo material audiovisual, a las 9:00 p.m. en punto, comenzó el espectáculo con visuales color azul. “Churchyard” abrió la velada con la intensidad de su talentoso equipo de músicos y coristas, que hicieron vibrar al público desde el primer instante.
Continuaron los temas “Soulless Creatures” y “Echo of My Shadow”, en los cuales Aurora tomó un momento para saludar a sus seguidores en español, compartiendo su alegría por celebrar un concierto tan significativo en el Día de Muertos. Su carisma y su increíble voz la hacen brillar en el escenario. Uno de los momentos más memorables de la noche fue cuando recibió un peluche del famoso Doctor Simi, lo que provocó gritos de emoción entre el público. Recordemos que Aurora fue la primera artista internacional en recibir este entrañable regalo, iniciando una tradición que perdura hasta hoy.
La noche continuó con “The River” y “A Soul With No Kink.” Antes de interpretar “Murder Song,” Aurora reflexionó sobre el significado de la pérdida y el dolor, expresando: “El duelo es algo muy doloroso, y de alguna extraña manera, hermoso, porque es un precio que hay que pagar por el amor. Si estás aquí porque también cargas con duelo dentro de ti, espero que sepas que eres más grande que tu dolor.” Un momento sumamente emotivo.
El ambiente se tornó en paz y armonía, y con cada canción, las voces del público se unieron, creando un espacio de liberación emocional. Siguieron “Heathens,” “Forbidden Fruits,” “The Dark Dresses Light.” Un momento inesperado fue durante “Exist for Love,” cuando varias propuestas de matrimonio surgieron entre la multitud. Aurora, al verlas, no pudo contener su emoción y felicitó a las parejas.
A lo largo de la noche, Aurora demostró que a través de la sutileza y el amor se pueden forjar lazos irrompibles. Entre euforia y tranquilidad, sonaron “Dreams,” “Runaway,” “The Seed,” y “The Blade,” que llevaron a un pequeño encore antes del gran cierre. Cumpliendo con una de las solicitudes que recibió en el aeropuerto, Aurora interpretó un fragmento de “Conflict of the Mind.”
Una de las sorpresas de la noche fue durante “Cure for Me,” en la que la acompañaron en el escenario un grupo de bailarines maquillados de catrines. “Some Type of Skin” desató una locura entre gritos y saltos, culminando en una lluvia de confeti que nos preparó para el gran final. Después de agradecer al público, Aurora cerró con “Invisible Wounds,” completando un ritual que se había gestado desde hace tiempo y que, tanto el público como la artista, elevaron a un nivel inolvidable.