Los años han pasado y en Bahidorá se ha convertido en una tradición para escapar de los últimos días de invierno y adentrarnos en un clima tropical y buena música en Las Estacas, Morelos.
Después de ponerle pausa un año y ser uno de los últimos festivales que vivimos antes de que llegara la pandemia, estamos muy felices de por fin haber vivido el regreso de Bahidorá. Sin duda nos hizo reflexionar de la vida y pensar que hasta lo malo tiene un desenlace, o al menos así se sintió.
Desde el viernes 18 de febrero empezaron a llegar los más fieles al festival. Pero primero lo primero, antes de empezar el desmadre, vimos como todos empezaron a organizar lo que sería su cama por el fin de semana. Ere sorprendente ver la organización que algunos traían: carritos, flotadores, maletas y más, todo listo para darle la bienvenida al carnaval.
Después de que cayó la noche, la música ya armonizaba el lugar. Los escenarios de El Umbral y Madriguera con los beats a cargo de DJ Minx, Joey Beltram y Tygapaw, así como sonidos tropicales de Trova Surina y Toromata respectivamente. Y para ser el primer día, la noche fue larga. Pues la música sonó sin parar desde las 6 de la tarde hasta las cuatro de la mañana. Algunos no durmieron y otros quisieron tener un poco de fuerzas para el día estelar.
Para las 9 de la mañana algunos lo primero que querían era algo picosito para curar la cruda, seguir tomando cerveza o darse una ducha para seguir con el carnaval. Este día dimos inicio a los shows en el Sonorama, escenario principal del festival. Para comenzar todo, Vacación, el proyecto acústicos de Caloncho y David Aguilar empezó a prender el ambiente, con tan solo dos guitarras, dos micrófonos y muchas ganas de catar, dentro de su setlist agregaron canciones como “Nieve de Arrayán”, “Té de Tila” y “Las caguas”
Y después de esta presentación tranquila, Agrupación Cariño puso a todos a bailar con sus cumbias influenciadas con jazz y rock. La banda originaria de La Condesa celebra este año su 15° aniversario, y fueron recibidos de tal manera.
No tuvimos que esperar mucho para que uno de los headliners se presentara ante el público. Después de más de 10 años esperando su regreso, Kings of Convenience nos puso en un mood algo romanticón con su indie-folk, justo lo que necesitábamos en un día tan caluroso como ese. Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe se presentaron con un escenario muy peculiar, con unas sobrillas blancas que les hacían sombra, mientras el público bailaba y movía las manos, sin importar que el sol estaba en su cúspide.
Después de esta gran intervención musical, desde Florida y con un gran carisma, el cantante mitad gringo, mitad ecuatoriano, vistió Bahidorá para promocionar su más reciente material ‘Far In’, del cual entonó canciones como “Aguas Frías”, “Outside the Outside” y “La Naranja”.
Moviéndonos un poco del escenario Sonorama, y trasladándonos al lado del río La Estación, nos topamos con Petit Amie. Esta banda mexicana con nombre en francés, traían un sonido psicodélico y rock, mezclando palabras en español y francés. El quinteto tocaron canciones como “Vraiment”, “Sumérgete” o “C’est pas moi”.
Ya al caer la noche, en el mismo escenario, Rubio se apoderó del micrófono y las bocinas. La chilena aterrizó #EnBahidorá para interpretar temas de su segundo material de estudio ‘Mango Negro’. La cantante toca temas influidos por la naturaleza, las energías y sentimientos desnudos.
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Uno de los actos más esperados de esta edición fue James Blake. El cantante inglés volvió a México para darnos un show único. Con sus melodías lentas uno podría pensar que para ser headliner, quería que deber, pero al contrario, nos dejó impactados. Con ayuda de otros dos músicos en escena, James sentado en su teclado, con un micrófono y muchas ganas de tocar. Para que no olvidáramos sus canciones antañas, interpretó “Life Round Here” y “Limit To Your Love”. Más rolitas que
