Conoce los mejores momentos del show
Texto por Odeth Espinosa
El Foro Indie Rocks! se transformó en un espacio que desafiaba la realidad, donde el tiempo y el espacio se disolvían al ritmo de la psicodelia de Babe Rainbow. No es la primera vez que estos australianos nos regalan un show en México; su energía y conexión con el público mexicano se han ido consolidando con cada presentación. Desde su primer encuentro con la Ciudad de México, su propuesta ha evolucionado, y anoche fue un testimonio del crecimiento de su sonido y la madurez de su carrera.
La banda, originaria de Nueva Gales del Sur, ha sabido tejer a lo largo de los años un universo musical propio. Con influencias que van desde los paisajes lisérgicos de los 60 hasta la suavidad del indie moderno, Babe Rainbow ha construido una discografía que es, en sí misma, un viaje sonoro. Cada álbum parece invitarnos a una nueva dimensión, y cada show, como el de anoche, es una puerta a esa experiencia vibrante y expansiva.
El setlist de la noche estuvo cargado de esos momentos que hacen de un concierto una experiencia inolvidable.
Desde los primeros acordes de Super Ego y Eureka, el ambiente se transformó en una experiencia fuera del tiempo, como si la música misma nos tomara de la mano y nos guiara por un sendero lleno de colores, sensaciones y emociones que parecían expandirse con cada canción.
Sin embargo, fue al llegar Peace Blossom Boogy cuando el aire del Foro Indie Rocks se volvió puro hechizo.
El bajo comenzó suave, como un latido que poco a poco iba sincronizándose con los corazones del público. La voz de Byron Bay se deslizó por la sala, casi como una brisa cálida que rozaba a cada uno de los asistentes, invitándolos a dejarse llevar. Y lo hicieron. Peace Blossom Boogy fue ese momento en el que la música dejó de ser solo sonido y se convirtió en una fuerza invisible que invadía cada cuerpo, llevando a la audiencia a un trance delicado, hipnótico. Las personas, sin darse cuenta, comenzaron a moverse al ritmo, sus cuerpos flotando suavemente al compás del bajo, mientras las guitarras se entrelazaban como una danza ligera en el aire.
Un lugar donde bailar no era una elección, sino una consecuencia inevitable de estar ahí, presentes, sintiendo cómo la música se infiltraba en cada célula. Por un instante, fuimos uno con la música, con el ritmo, con la banda.
Este show fue un recordatorio de por qué Babe Rainbow se ha ganado un lugar especial en el corazón del público mexicano. Han sabido mezclar lo nostálgico con lo novedoso, lo psicodélico con lo emocional. Y anoche, nos volvieron a llevar en ese viaje, uno del que nadie quería despertar.
Como cada presentación de Babe Rainbow en México, esta fue una prueba más de que la banda ha perfeccionado el arte de llevarnos a mundos desconocidos, donde la magia de la música es capaz de hacernos flotar, soñar y conectar con algo más grande que nosotros mismos.